El uso de ivermectina en una campaña de vacunación antirrábica

La campaña masiva de vacunación antirrábica  en Zanzíbar comenzó en agosto de 2017. Los representantes de la Alianza Global para la Lucha contra la Rabia (GARC) ofrecieron su orientación en las dos primeras semanas de la campaña para evaluar, ayudar y guiar a los equipos en diversas áreas, que incluyen el manejo humano de animales, las técnicas de vacunación y el logro de una cobertura de vacunación adecuada.

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Un cachorro es vacunado durante la campaña en Zanzíbar Foto: GARC

Se estima que la población canina total de Zanzíbar es de 9 000 perros. La GARC y Protección Animal Mundial (World Animal Protection) donaron 10 000 dosis de la vacuna Rabisin. La campaña fue liderada por el Departamento de Agricultura de Zanzibar. Ellos determinaron que era importante dar una inyección de ivermectina a cada perro, junto con la vacuna contra la rabia.

La ivermectina es un antiparasitario muy utilizado y eficaz, con un amplio espectro de actividad que se utiliza en una variedad de especies. Sin embargo, es posible que produzca neurotoxicidad en perros (en especial en aquellos con un defecto en el gen MDR1), y es común sufran choques, vómitos, hipotermia y depresión. En razas no sensibles, y con una dosis apropiada de menos de 1 mg/kg (1000 microgramos/kg), rara vez se observa toxicidad.

En Zanzíbar, el equipo de GARC observó reacciones negativas menores en aproximadamente el 60% de los perros tratados.  Las reacciones iban desde una sutil picazón en el lugar de la inyección hasta rodar de forma frenética por el suelo y correr dando vueltas, hasta una reacción aún más problemática como gritar, rascarse y correr. Estas reacciones parecían muy desagradables para el perro y, aunque no duraron mucho, tuvieron una influencia perjudicial en la campaña. Los perros que se traen para ser vacunados suelen estar bajo un alto nivel de estrés y ansiedad, y presenciar la angustia de otros perros puede hacer que algunos reaccionen de forma negativa. Los propietarios podrían perder el control de estos perros, lo que tendría como resultado que no fuesen vacunados; esto reduciría el porcentaje total de perros vacunados.

El equipo consideró importante buscar una solución que pudiera minimizar la reacción y el estrés de los perros. El equipo de GARC comenzó a observar el lugar de la inyección, así como la forma en que se colocaba la invermectina en la jeringuilla. En esta campaña no se pudo cambiar el tamaño de la aguja (calibre 23) ni de la jeringuilla (1 ml). 

Se inyectó a los perros de forma subcutánea (SQ); el lugar más común de la inyección fue sobre las costillas, en el costado opuesto al de la vacuna contra la rabia. El equipo cambió el lugar de la inyección a la región escapular mientras seguía utilizando la vía SQ. En general, no se debe vacunar o poner inyecciones a los perros  alrededor de las costillas, ya que este sitio suele ser más sensible y doloroso. El cambio de lugar pareció disminuir el número de reacciones observadas, pero no las eliminó.

El equipo también observó cómo se introducía la aguja totalmente en la botella de invermectina y se recubría con la solución antes de colocarse en la jeringuilla. El equipo aconsejó entonces que sólo se insertara la punta de la aguja para minimizar el revestimiento, ya que no se sabía si las reacciones estaban localizadas en la dermis o la subdermis. Este remedio, combinado con el cambio de lugar a la región escapular, redujo aun más las reacciones.

La profesión veterinaria ha observado nuestra teoría de que las reacciones experimentadas por los perros estaban localizadas en la dermis, aunque no está bien documentada. Por lo tanto, la solución mencionada anteriormente como una práctica habitual hizo que el equipo se sintiera a gusto. Otra práctica veterinaria comúnmente utilizada es insertar y dejar una aguja en la botella de ivermectina, que se utilizará para introducir la solución en cada jeringuilla e inyectar a los perros con agujas limpias y sin recubrir.

Estas sencillas modificaciones redujeron las reacciones de los perros, lo que hizo que sufrieran menos molestias y dolor y, por tanto,  mejoró la cobertura de vacunación. Es importante que todos los equipos de vacunación se esfuercen por conseguir la mejor experiencia posible tanto para el perro como para el propietario, ya que esto conduce a un positivo boca a boca y a un aumento de las tasas de vacunación en futuras campañas de vacunación masiva. Las campañas de vacunación no se realizan una sola vez, por lo que es fundamental aumentar el vínculo animal-humano y la construcción de la confianza de la comunidad con el equipo de vacunación.

Contribución de Daniel Stewart, especialista en comportamiento animal que trabaja con GARC y que formó parte del equipo de asesoramiento en Zanzíbar

Traducido por Translators without Borders (Traductores sin Fronteras)